La rastra by Joy Williams

La rastra by Joy Williams

autor:Joy Williams [Joy Williams]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Fiction, General
ISBN: 9788432241185
Google: ZG51EAAAQBAJ
Amazon: B0B48WV1BB
editor: Seix Barral
publicado: 2022-09-06T22:00:00+00:00


A la mañana siguiente salió a la luz que Foxy se había marchado pero Scarlett seguía en sus aposentos.

—Por favor, ve a convencerla —le suplicó Lola a Khristen—. Dile que Gordon le ha pedido un coche con chófer.

Scarlett no se alegró en absoluto de ver a Khristen.

—¡Las ambulancias no vienen hasta aquí, chica, parece que no sepas nada! ¡¿Pero a ti qué te pasa?! ¡¿Quién eres tú, a todo esto?!

Se quejó de un dolor, un dolor nuevo, en la parte baja...

—Es como que quiero cagar pero no puedo. ¿Qué es eso, piedras en el riñón? ¿O en la vesícula?

—Tienes el traje listo para irte. ¡Caramba, si lo llevas puesto! —exclamó Khristen—. Y me acaban de informar de que Gordon te ha conseguido un coche con chófer.

—No me cabe duda —dijo Scarlett en tono airado—. A esos dos les encanta conseguir coches con chófer.

Le habían dado ocho meses de vida y estaba llegando al final de aquel plazo. De entrada la había ilusionado bastante su rol en aquella empresa lunática.

—Tu misión puede cambiar el mundo —le dijo Khristen—. Insecticidas, pesticidas, herbicidas, no hay restricción alguna a su uso. Eso podría hacer que la gente se cuestionara...

—Es imposible detener a esos cabrones. Como mucho, me cargaría a un subordinado o dos. No tendría efecto alguno en el nivel corporativo. Tengo que decir que la reunión de anoche casi bastó para hacerme salir por la puerta.

—¿Qué ha pasado con Foxy?

—Quién sabe. Es un poco rara, ¿no crees? Lo único que quiere es arrepentirse, lo cual reduce bastante su potencial.

—Pues parecía bastante decidida.

—Oh, no es tan lista como cree. Pero los demás... no tienen más sentido común que un frisbi.

—¿Eso qué es?

—¿Un frisbi?

—Sí.

—Bueno, creo que empezó siendo una tapa de olla. Para las ollas de palomitas. Pero el concepto se volvió plástico. Hoy en día se hace volar por el aire. Pero no te vuelve a la mano, eso es otra cosa. —Miró a Khristen y emitió un eructo.

—¿Qué era lo que más te gustaba de estar aquí? —le preguntó Khristen—. Ya llevas aquí una buena temporada.

—Supongo que lo que más me gustaba era imaginarme a la gente que me conocía en los viejos tiempos, si es que siguen vivos, diciendo: «¡Caray, pero si no la conocíamos! ¡¿Quién se imaginaba que sería capaz de asesinar, y encima en nombre de la Tierra?!». —Scarlett se masajeó suavemente la barriga—. Eso me hacía sentir bien, pensar en eso.

—Bueno, pues ahora pueden decir esas cosas de verdad. Lola ha dicho que tenías muchos broches. ¿Quieres llevar puestos todos tus broches?

—¿En serio? —dijo Scarlett en tono de burla. Sí que tenía broches, suponía, pero prefería considerarlos medallas. Sería como un general, terriblemente atractiva, desfilando hacia la batalla con todas aquellas condecoraciones o como las llamaran en el pecho... Pero eso venía después. Durante la batalla en sí no los llevabas puestos. Habría sido de mal gusto—. No pienso hacerlo —anunció—. Quiero que me recuerden como a una persona respetable. No quiero hacer nada mal.

—¿Y no has pensado nunca que estamos aquí porque ya hicimos algo mal en el pasado?

—Pero qué exasperante eres.



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